viernes, 7 de septiembre de 2018

Construyamos la ciudadanía en el Perú


CONSTRUYAMOS LA CIUDADANIA EN EL PERU.


Prof. Jose Luis Arista Tejada
Hermanos de América, escuchadme
Mi voz es la voz de un país silencioso y desesperado
La voz de un país donde vivir cuesta la vida
Donde se habla en silencio como delante de un enfermo.
ALEJANDRO ROMUALDO.


He vuelto a recordar el día en que cumplí dieciocho años, el entusiasmo con que esperaba tener en mis manos mi DNI y la alegría de decir: “ahora puedo hacer realidad algunas metas que han estado esperando este momento”.
Estaba a punto de convertirme en ciudadano y pensaba yo, que mi vida cambiaría enormemente, porque ahora sí, tenía la oportunidad de plantearme nuevas metas y nuevas expectativas; mas, no pensaba en la responsabilidad con que debe de actuar un ciudadano, respecto a su país.
La verdad, cuando un joven esta a punto de convertirse en ciudadano, no piensa aún en la responsabilidad que esto trae consigo y en algunos casos solo se limita a decir: “ya soy mayor de edad, que nadie interfiera en mis decisiones”, o se mantiene al margen de todo, haciendo aquello que el común de la gente lo hace, sin asumir responsabilidades o huyendo de ellas.
Con el DNI, en manos, el entusiasmo se acabó; pues, solo era una tarjeta de presentación, en el cual se encontraba mis datos personales, mi fotografía y ocho números que tenía que aprenderme de memoria.
Al igual que muchas personas, llevaba mi DNI por acá y por allá metido en el bolsillo de mi camisa o de mi pantalón, sin que ello, nos convierta de verdad en ciudadanos responsables.
Raras veces me era útil el DNI: ya para presentar papeles, para demostrar de donde soy, si es que mi nombre se escribe con tal letra o simplemente para decir que tengo DNI sin ser consciente de que ya soy un ciudadano.
Llega el momento de votar y se tiene que elegir a un presidente y a 120 congresistas; al Gobernador regional o Alcalde Municipal. Es entonces que escuchamos en algunos medios de comunicación que tenemos que ser ciudadanos responsables y aquel que lo es, se compromete con su país y elige la mejor opción.
Transcurre el tiempo y vamos sintiendo en carne propia la decisión responsable o irresponsable que hemos tomado cada uno de nosotros, para hacer que nuestro país progrese o vaya de mal en peor. En consecuencia, nos damos cuenta, que con tan solo elegir responsablemente a nuestros representantes y después de elegirlos, darles nuestro respaldo en los actos buenos y corregirles en los actos malos, estaremos cumpliendo con nuestra responsabilidad de ciudadanos, demostrando a la vez, nuestro deseo de engrandecer al país, no solo buscando el éxito personal, sino social.
Muchas personas, ven pasar los días y los años, sin que se hayan dado cuenta que son ciudadanos. Van por las calles y al observar tanto desorden, simplemente se amoldan a ello, sin que se detengan a pensar que se encuentra entro de su responsabilidad ciudadana el de luchar por el cambio.
Ciertamente existen ciudadanos de diversos pensamientos y preferencias. “unos que no saben lo que esta pasando, otros que observan lo que esta ocurriendo y los que hacen que las cosas ocurran”, ¿Dónde nos ubicamos nosotros?.
Si no sé lo que esta ocurriendo, entonces soy un ciudadano despreocupado y no sabré tomar las decisiones correctas, cuando llegue el momento. Si soy simplemente observador, no estaré comprometido en respectar y hacer respetar la imagen de mi país. Si contribuyo a que las cosas ocurran para bien, considerando el bienestar de toda la nación, estaré siendo un ciudadano responsable; pero si hago que las cosas ocurran para el perjuicio de la nación, entonces no seré digno de llamarme ciudadano responsable.
Por otro lado, como lo dice Fernando Sánchez Zinny: existen ciudadanos que “sin notarlo, casi sin saberlo, un día coimean, defraudan, atestiguan falsamente. Atrapados con las manos en la masa se asombrarán de la injusticia que son objetos, cuando tantos están sueltos. Se encresparán, alegarán inocencia, dirán que son hombres de trabajo y darán toda la impresión de no entender nada. Y es cierto, no entienden nada porque son corruptos, porque la corrupción les ha carcomido en raciocinio”, con estas palabras, Sánchez, define al hombre actual y en parte tiene la razón. De todo esto, si observamos lo que ocurre en nuestro alrededor, estaremos convencidos que son pocos los ciudadanos que actúan pensando en el progreso y bienestar de su barrio, ciudad y país. Pascuino, refiriéndose a nuestra sociedad, expresa que: “…cada pueblo tiene el gobierno que se merece… la ética pública a menudo refleja la ética privada, de los ciudadanos privados”, por lo tanto, los efectos que causa la ciudadanía irresponsable es el descontrol, el deseo egoísta de influencia y poder; llegando al extremo de decir que el “fin justifica los medios”, sin caer en la cuenta que ello es propio de un ciudadano negligente, perjudicando enormemente a los ciudadanos que buscan cumplir con el deseo de ver al país en buen estado económico, político, cultural y social. Además de ello, un ciudadano negligente, es probable que corrompa a otros tantos ciudadanos, que a la larga, repercutirá en daño al país.
Existen otros factores que dificultan a las personas mayores de dieciocho años, para que puedan desempeñar con responsabilidad su rol de ciudadano. Adam Smith, hizo la siguiente declaración: “ninguna sociedad, puede florecer y ser feliz, siendo la mayor parte de sus miembros pobres y miserables”. Estas palabras encierran una gran verdad y es uno de los factores que dificultan el ejercicio de la ciudadanía responsable. Pues hay quienes tienen que luchar enormemente para conseguir comida o un techo bajo el cual cobijarse. Muchos se ganan la vida a duras penas haciendo cualquier cosa, sin que, los demás ciudadanos ofrezcan su ayuda. Es por ello que aquel grupo de ciudadanos que caminan por la vida algo turbados, preocupados, resentidos, moribundos y hasta renegados, no ponen sus esperanzas en nadie y prefieren vivir sus sufrimientos con sus propias luchas; mientras que unos ciudadanos se aprovechan del “sistema de cosas de este mundo”, otros, son aniquilados por este mismo sistema.
Por tal razón, no podemos hablar de una ciudadanía sólida, responsable y verdadera.
Hablamos más bien, de grupos sociales, en las cuales existen ciudadanos que buscan satisfacer sus intereses. Aquellos que no piensan en los demás, mas que en sí mismos, no les importa atropellar el derecho de sus conciudadanos, parta verse favorecidos.
Hablar de ciudadanía es entonces sinónimo de compañerismo, de hermandad, de familia. Si somos hermanos y una sola familia ¿por qué permitir desigualdades, egoísmos, hipocresías y violación de los derechos? ¿por qué no buscar la unidad, el bien común, el respeto, la lealtad, la solidaridad y la justicia? ¿no debemos acaso de luchar juntos y cuando tengamos que reír, riamos todos y cuando tengamos que llorar, todos lloremos?.
Hablar de ciudadanía es lo contrario de división. No existe diferencia de ningún tipo, porque todos sin excepción adquirimos el título de ciudadanos; de tal manera pertenecemos al país y el país nos pertenece. Por la ciudadanía es que se hace una nación y una nación es hermosa, si su ciudadanía es compacta, valiente y generosa. Tan igual como en una familia, no se debe permitir la desintegración, no debemos permitir la desintegración ciudadana; de lo contrario, si en una familia se divorcian los conyugues, las consecuencias serán negativas para los hijos. Lo mismo sucede si la ciudadanía se divide en grupos, trayendo consecuencias negativas para los futuros ciudadanos; por lo que creo importante citar las palabras de Miguel Ángel Cornejo: “en una sociedad nadie es necesario, todos son indispensables. No somos ni tú, ni yo: somos nosotros, un equipo para triunfar”. Así pues,, vamos entendiendo que si un ciudadano tiene el derecho de elegir y ser elegido, de participar en los asuntos públicos; tiene sobre todo, el deber fundamental de ser ciudadano responsable, consciente de sus acciones; para luego no tenerlos que llamar, “hombres domesticados”, “hombres que solo engullen lo que le dan, mas no asimila”, tal como lo dijo José Ingenieros: “la sociedad piensa y quiere por ellos. No tienen voz, si no eco”.
Desde luego que lo anteriormente mencionado no se generaliza a todos los ciudadanos, puesto que existen ciudadanos dignos de llamarse: “ciudadanos responsables”. Por todo esto, es necesario entonces, que cada ciudadano se auto proclame defensor de su país, de sus semejantes. Cada ciudadano tiene que auto proclamarse enemigo de la corrupción, del abuso, de la irresponsabilidad, de los problemas sociales: para poderlos combatir.
Si cada ciudadano se reviste de sinceridad, dejando atrás todas las inmundicias con que se esta acostumbrado a vivir, sin llegar a creerse el “superhombre” o el hombre apocado; entonces se estaría logrando tener un país, con ciudadanos responsables.
Para construir una ciudadanía sólida en el Perú, es necesario “aprender a desaprender lo aprendido”, es decir que cada uno erradique de sí, aquellos malos actos que hemos aprendido en el transcurso de nuestra vida. Es necesario además, identificarnos plenamente con nuestro país, con sus debilites y fortalezas; para no solo decir: “yo amo a mi patria” sino, ser participe de las soluciones que se tengan que dar en busca del progreso.
Actualmente no existe una ciudadanía capaz de unirse para decidir el destino del país. Es una ciudadanía llena de perjuicios, temores e indecisiones. Es una ciudadanía que tiene diversas voces y no, una sola voz, con muchos problemas y muy pocas soluciones. Por lo tanto, se requiere de una ciudadanía que no se hagan los ciegos por no ver lo que pasa en nuestro alrededor y que tampoco se hagan los sordos por no escuchar la voz de los que sufren. Es por eso, que se requiere construir una ciudadanía capaz de gestionar y lograr el cambio.
En verdad como lo dice cierto libro: “…la mayor necesidad del mundo es de hombres y mujeres que no se vendan, ni se compren; hombres que sean sinceros y honrados en lo más intimo de sus almas; hombres que no teman darle al pecado el nombre que le corresponda; hombres que se mantengan de parte de la justicia aunque los cielos se desplomen”. O como lo dice nuevamente José Ingenieros: “cuando las miserias morales asolan a un país, culpa es de todos los que por falta de cultura y de ideal no han sabido amarlo como patria: de todos los que vivieron de ella sin trabajar para ella”. O si citamos a Francis Bacon nos dirá que: “no debemos ser como las arañas que crean sus propias telas y se enredan y no pueden salir, tampoco como las hormigas que recogen, recopilan y la almacenan, sino, tenemos que ser como las abejas que recogen y producen, luego de procesarlo”.
Finalmente, hemos comprendido pues, la importancia que tiene el ser un ciudadano a carta cabal; pues ello permitirá que existan familias bien establecidas y organizadas, ciudades prosperas y por ende, ser un país que avanza con firmeza y seguridad.
Si cada ciudadano encuentra este gusto especial de amar a su país, el país sería una estrofa de versos en boca de cada ciudadano. Entonces poniendo alma, corazón y vida, el Perú, no solo sería poesía de la más hermosa; sino también, un país donde cada ciudadano aporta un grano de arena, como si cada grano de arena sería un verso que irá formando una estrofa.
JOSE LUIS ARISTA TEJADA


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