Pronto sabrás si he decidido seguir o
quedarme atrás.
Por: Prof. Jose Luis Arista Tejada
La
verdadera fuerza no reside en el coraje de seguir adelante, sino en la absoluta
determinación de no volver atrás.
Hoy visité a un amigo, que hace mucho
tiempo no veía por situaciones de trabajo. Él asistió el año pasado a la
presentación de mi libro: Estoy aquí para decirte ¡Sí se puede! Y hoy, yo,
decidí asistir a su casa porque me había enterado que se encontraba solo y con
ciertos estados emocionales no favorables a una salud mental adecuada.
Sócrates decía: Hasta que no te sientas
cómodo estando solo, nunca sabrás
si estás eligiendo a alguien por amor o por soledad.
Pues bien, en la soledad de su
habitación, encontré a este amigo en su lucha interna por vencer sus miedos y
angustias. De cierta forma la existencia de cada ser humano tiene sus momentos
cruciales en la que se transforma toda su vida. Es así que comparto en esencia
nuestra conversación esperando poder reflexionar sobre el mismo.
_ Hola, he venido a
verte. Quiero estrechar tu mano y decirte que tú: ¡Sí puedes ser mejor!
_¡No!, no puedo. Ya
no quiero nada de lo que antes quería. Nada, absolutamente nada. Todo es
ilusión, todo es sueño, todo es mentira.
_Está bien. No
pretendo yo convéncete que tú sí puedes, que eres valioso e importante, que
posees en tus manos el destino que tu existencia tendrá a partir de ahora. Solo
quiero hacerte recordar que tú, un día, llegaste a mí y de manera elocuente me
dijiste: ¡Amigo, levántate, sé valiente: Tú si puedes! Desde ese día yo no he
dejado de decir que sí puedo y efectivamente he descubierto que todo es posible
lograr si estamos predispuestos a hacer las cosas con sabiduría, con fe, con
trabajo, con perseverancia y dignidad. Ciertamente, nada es fácil, pero todo es
posible. Existen los milagros. Existe la esperanza. Existen los sueños hechos
realidad. Existe la felicidad.
_¡No!, no existe la
felicidad. Soy infeliz. Mis esperanzas han muerto, esas esperanzas que
mantenían viva mi ilusión y que hacían latir entusiasmadamente a mi corazón; y,
a soñar despierto. Todo ello me ha hecho sufrir, llorar, dejar de dormir y
hasta hacer cosas indecibles, solo con la esperanza de que sea realidad, pero
nada ha sido así, he fracasado y me siento incapaz de volver a decir que yo ¡sí
puedo!
_¡Claro que sí
puedes! El que hayas encontrado un tropiezo en el camino y te hayas caído y
producto de ello te hayas golpeado, causándote un fuerte dolor, no es más que
un paso hacia el logro de una vida mejor. Ello te debe de fortalecer aún mucho
más. Sabes muy bien que cuando uno quiere hacer las cosas correctas,
encontramos inconvenientes de todo tipo que frustran nuestros deseos de
superación, debilitan nuestra fortaleza y opacan nuestras esperanzas; no
obstante, pese a ello, yo sigo creyendo que sí se puede.
_Tú puedes creer lo
que tú quieras, pero yo, ya no creo en nada.
_Entiendo tu dolor y
desesperación.
_Tú no entiendes
nada. ¡Vete! Que yo aquí he de morir.
_Te quiero dar un
abrazo. Por favor, permite que mis brazos te rodeen.
_No, no. ¡No! No quiero abrazos. No quiero nada. No me tengas
lástima. Ve y abraza a los que un abrazo los hace feliz; pues a mí los abrazos,
hoy, me hacen daño.
_El daño te lo estás
haciendo tú mismo.
_No me vengas con
sermones.
_Me duele verte así.
_No tanto como me
duele a mí. Es insoportable vivir.
_Es insoportable
porque tú lo estás haciendo así.
_Claro, soy yo el
culpable. Soy yo el tonto que se ha dejado ganar por la depresión y el
conformismo. Soy yo el que fracasó sin más ni más. Soy yo mismo el que ha
buscado su mal. ¿Qué me dices de lo que han hecho hasta lo imposible por verme
acabado y arruinado?
_Precisamente por eso
quiero, te pido que los demuestres que tú sí puedes. Tú, ya has vencido muchas
veces los tropiezos y dificultades, por tanto, sé que con destreza y sabiduría saldrás también con la
frente en alto, con gallardía y heroísmo de ésta situación en la que te
encuentras actualmente. No te dejes vencer por favor.
_Déjame estar solo.
Hoy no tengo ganas de nada. Quizás mañana sí. Cierra la puerta cuando salgas,
que yo, después la abriré para bien o para mal y entonces sabrás si he decidido
seguir o quedarme atrás.
Es así que, al dejar
a mi amigo en su soledad, volví a recordar la frase de Sócrates: Hasta que no te sientas cómodo estando solo, nunca sabrás si estás
eligiendo a alguien por amor o por soledad; por lo que, lo mejor en ese
momento probablemente haya sido dejar que descubra su yo interior y en su
soledad llegar primero a sentirse cómodo consigo mismo, para luego salir a
hacer el bien o caso contrario, a hacer el mal; y nuestra sociedad está llena
de personas que atraviesan este tipo de situaciones y efectivamente, es
necesario llegar a pensar seriamente en un plan de salud mental integral.
Dijo un sabio que
para ser fuerte no es necesario levantar mucho peso. Con levantar el tuyo cada
vez que te caigas, es suficiente.
Deseo a cada uno un
actitud mental renovada, provechosa y feliz.
JOSE LUIS ARISTA TEJADA.