miércoles, 1 de agosto de 2018

LA EDUCACIÓN EN LA ACTUALIDAD


LA EDUCACIÓN EN LA ACTUALIDAD 

Cuando las injusticias, el mal proceder, la delincuencia, la falta de respeto llegan a ser grandes, el pueblo en conjunto está en la obligación de luchar por corregir aquello que, moralmente, éticamente, socialmente, está mal. La educación fomenta la cultura de paz y entendimiento; no obstante, educar en tiempos de injusticias, corrupción, delincuencia y falta de respeto, es un dilema, pues: ¿Qué calidad de seres formamos? Si no formamos para ser mejores, quizás sean regulares o en el peor de los casos sean malos. Si los formamos para ser de aquellos que se conforman con las injusticias y la corrupción, entonces: ¿Qué formamos? Es un dilema. Ser o no ser. Decirles que el mundo es así porque el ser humano está fallando en pleno uso de sus facultades, pero que puede cambiar. O decirles, e incluso conducirles a ser lo mismo que los demás y que no van a cambiar, es un dilema. Si o no. Eres digno o mediocre. ¿Qué estamos inculcando en la educación? ¿Quedarme callado y no hacer nada ante tanta injusticia? ¿Que se roben millones que bien puede servir para implementar una mejor educación para los niños y niñas y no reclamar? ¿Qué se llenen de discursos falsos al decir que todo estaba bien, cuando en realidad no es así? ¿Qué hagan un sin número de movimientos fraudulentos y deshonestos y tener que mentirles a los niños y niñas haciéndoles creer que realmente la sociedad es una maravilla y que el Estado se preocupa por ellos? ¿Qué enseñar entonces? 
Miento, si enseño esto. Les oculto la verdad con enseñarles lo otro. Les digo que sí, les digo que no, lo cual no está bien. Lo que se enseña en la escuela, se tergiversa en la sociedad. Estamos en la obligación de cumplir con nuestra misión social de formar seres humanos y lo hacemos nosotros los maestros. Pero ciertamente, existen aquellos que teniendo la obligación de educar, mal forman y denigran la educación. Cuando veo el actuar de los niños y niñas que de lunes a viernes asisten a la escuela y pasan con nosotros el tiempo aproximado de 6 horas diarias, me doy cuenta que hace falta mucha más disciplina y esta indisciplina lo inculca la sociedad. Se están acostumbrando los niños y niñas a decir y hacer cosas que carecen de buenos modales y esto lo aprenden de la sociedad y sabemos que el núcleo de la sociedad es la familia. Insisten los niños y niñas en hacer lo que de acuerdo a criterios educacionales y formativos se debe de corregir. En tal sentido, la educación no mejorará ni cambiará de la noche a la mañana. Mas aun, no se mejorará con solo reformas educativas, es necesario reformar la mente de las personas, las acciones. Hoy tenemos ya una generación distinta. Una generación que es fiel reflejo de lo que nosotros somos. Los hemos enseñado y permitido a ser lo que ahora son. Esto es una realidad alarmante, que los niños y niñas a aparte de ser habilidosos en diferentes circunstancias, lo cual es una característica muy positiva, sean pues, carentes de una disciplina personal. Ellos son lo que nosotros somos. Y nosotros somos, lo contrario al orden y prudencia. Hacemos muchas veces las cosas sin un fin conocido. Llevamos una existencia doblegada por las debilidades y los vicios. Tenemos cosas que hacer con excelencia y las hacemos a medias. Tenemos que cumplir con nuestras obligaciones con idoneidad y voluntad, pero la hacemos a penas con disimulo y pereza. Entonces: ¿Por qué quejarnos de los niños y niñas? Si no cumplen con los acuerdos. Si no ponen en práctica el respeto. Si no son ordenados y cuidadosos en la forma de pensar y actuar: ¿Por qué hacer escándalo si con nuestra vida misma los estamos dando el ejemplo? Entonces ¿Cómo educar? Reformar la mente humana es necesario. Pueden haber programas, planes, proyectos, reformas educativas y mucho dinero para implementarlas, pero: la mente del ser humano sigue igual. Es decir, desde aquellos que dirigen, tienen en mente llevar agua para sus molinos. Los otros, en quedarse con cierto porcentaje del dinero. Aquellos con solo cumplir para ser pagados a fin de mes y ellos, en dejar de aplicar lo que se propone porque no da resultados o simplemente no lo entienden o no lo ven provechoso. Son tantas cosas que no permiten que el aprendizaje de los niños y niñas sean eficientes. ¿Cómo entonces tener la garantía que todos están comprometidos en mejorar y no solamente el sacrificado profesor? 
No existe cohesión en el decir y el hacer. Pienso en los niños y niñas, ahora que están todavía pequeños y a la edad que tienen ya van demostrando lo que son y me vuelvo a preguntar. ¿Son como deberían ser o son como yo soy? Y es que, aun nosotros los adultos hacemos aquello que nos han enseñado a hacer. Ningún ser humano viene a este mundo con características homicidas o llenos de anti valores. Comparto así, lo que Roseau afirmo al decir: “El hombre nace bueno y la sociedad la corrompe” Con esto intento fundamentar lo que yo llamo los pensamientos corrompidos y los pensamientos pulcros. La mente del ser humano esta ocupada por estos tipos de pensamientos que han sido depositados allí por la sociedad, desde su núcleo: la familia, el entorno inmediato, la televisión, las redes sociales. Los expertos afirman que lo vivido en la infancia, a través del inconsciente, se manifiesta en el transcurrir de los años de la existencia de una persona para bien o para mal, moldeando así sus actitudes, ideas, sentimientos, reacciones. Y efectivamente, lo que llevamos como contenido en nuestra mente y mucho más allá en el inconsciente, repercute grandemente en nuestro accionar. Los niños hacen aquello que nosotros los enseñamos hacer. Lo que observa y escucha en su entorno. Tanto así que si los inducimos a matar, matará. Si los enseñamos a robar, robará. Si se encuentra rodeado de malos ejemplos, seguirá esos malos ejemplos; de tal manera que lo que se hace en la escuela si no se refuerza en la sociedad, la formación recibida, se desvanece. Es por ello que si no tiene bien dirigido su cultura de valores positivos, querrá hacer lo que en la sociedad están haciendo de manera negativa. Por ejemplo: Un niño mata a un ser humano a cambio de dinero. Aquel otro niño, dirá: yo también puedo hacer lo mismo. Ya vamos entendiendo que la mente del ser humano se llena de pensamientos corrompidos o bien de pensamientos pulcros. ¿Cuáles son los pensamientos de aquel que está robando, violando, matando, asaltando, engañando? ¿Son acaso pensamientos pulcros, sanos, provechosos, dignos? ¿Fue acaso así desde que nació? Contundentemente que no. Es por eso que alguien dijo que no es preciso reformar todo el sistema; lo que es necesario es reformar el pensamiento humano. Es necesario reflexionar al respecto y más que reflexionar, porque tan solo reflexionar por un momento y no hacer nada para que haya cambios en nuestro actuar, no sirve de nada. 
Reflexionamos y reflexionamos, debatimos y debatimos, hablamos y hablamos, pero, solo queda allí. Es efímero. Pasajero. No tiene una repercusión en el actuar del día a día de los seres humanos. Por un lado, las cosa que se suscitan en el país, alarman y preocupan y sabemos que no está bien. Estos casos solo sirven para que los medios y ciertas autoridades tengan un tema de qué hablar. Salen entonces los eruditos, los psicólogos, los abogados, los congresistas y todas aquellas figuras públicas con una serie de cosas que al final son solo palabras con justificaciones a favor o en contra de tal actuación. Es decir, se quita la vida a una señorita y se esconde el delito enterrándola bajo tierra y tapándola con cemento. Un niño asesina a una persona por unos cuantos soles. Un joven sicario le arrebata la vida a un empresario, el juez permitió y realizó barbaridades, el congreso es todo un desorden, con personajes detestables; y tantos casos horrorosos que son motivo para que la sociedad en conjunto se horrorice y tenga el trabajo de buscar y proponer soluciones pertinentes y asertivas. Sin embargo, hoy se habla de esto y mañana se olvidó. ¡Ya no es novedad!. 
Tenemos la obligación de rescatar a nuestro país. 
Muchas veces, la sociedad enseña, la sociedad exige, la sociedad obliga a las nuevas generaciones a olvidar y dejar de practicar lo que se enseña en la escuela y actúen como lo están haciendo. Ya no los satisface una gota de sangre, buscan chorros de sangre. Ya no los satisface una sexualidad saludable, les satisface una violación. Ya nos los satisface vivir en armonía, los satisface los egoísmo y peleas. Ya no los satisface trabajar honradamente, los satisface coger lo ajeno. Ya no los satisface ser dignos y sabios, les satisface ser lo peor que un ser humano puede llegar a ser. Es una satisfacción quizás de momento, porque de seguro que después ya no hay satisfacción. Todo esto significa que todos estamos sufriendo de una gran enfermedad, unos más graves que otros, la de los pensamientos corrompidos. 
Niños y niñas, sean lo bueno y saludable. Lo que mantiene la alegría en el corazón. Sean lo que hace la felicidad, el amor, la virtud, la sabiduría. No se es feliz, ni se es sabio, sino se valora la disciplina. Para amar también se ama con disciplina, pues edifica en vez de herir, sana en vez de enfermar, da vida en vez de quitarla. 
Se es feliz haciendo el bien y para hacer el bien se requiere ser íntegro. Pueblo en conjunto tenemos que luchar por mejorar. No se educa bien sin pasa lo que acabo de fundamentar.


Prof. JOSE LUS ARISTA TEJADA.




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