domingo, 30 de julio de 2017

No quiero que te mueras: Por: Jose Luis Arista Tejada




No quiero que te mueras.

                                                                      Por: Jose Luis Arista Tejada

Amaneció.
Francisco se levantó de la cama después de haber sido despertado por un terrible presentimiento, había soñado lo indeseado y para él, lo indeseado era, aparte de muchas otras cosas, que llegue el momento de decirnos adiós.
Además, se encontraba a vísperas de empezar un año nuevo y a lo que tenía que decir adiós, era pues precisamente al año viejo, sin embargo, al parecer, el que se iba a despedir de este mundo, era Francisco.
Tenía el corazón afligido a esta hora de la mañana. Se había despertado a eso de las cuatro de la madrugada.
Su esposa, que duerme siempre a su lado, estaba plácidamente dormida, que el ruido y los movimientos realizados por Francisco para levantarse, no la despertaron. Él se sentó un buen rato al borde derecho de la cama; luego, sin más, ni más, cayó de rodillas al piso e imploró por ayuda a Dios.
Realmente estaba desesperado.
El día comenzó a mostrarse con sus primeros rayos de luz. Sus hijos, permanecían en el momento más sublime del dulce sueño, que en general, a esta hora, los niños lo disfrutan mucho más y les es difícil querer levantarse para cumplir con sus obligaciones.
Obviamente que, también son muchos los adultos que disfrutan del bello placer de dormir, precisamente a esta hora de la mañana; Sin embargo, Francisco, últimamente se estaba despertando a tan tempranas horas de la mañana, pese a acostarse bien entrada la noche.
Estaba preocupado. Un año más se estaba por terminar. ¡Qué rápido pasó! ¿Por qué se repetía a la misma hora, el mismo sueño? Era un sueño – pesadilla que hacía que Francisco despierte repentinamente y comience a divagar en pensamientos, producto de ideas originadas en este mal sueño. Quería dejar de pensar en ello, pero le era difícil.
Si el dormir las horas apropiadas es salud, entonces, esto no estaba favoreciendo para nada el estado físico y mental de Francisco. Las personas entradas en años, duermen menos horas, porque es una característica propia de la edad, pero para él, no era eso el caso, puesto que estaba próximo a cumplir los 33 años y ahora que lo menciono, Francisco tenía este presentimiento de que iba a morir a la edad de Cristo.
Cumpliría al siguiente día, 31 de diciembre, 33 años.
¿Por qué tenía que soñar que se muere y todo acaba precisamente el día de su cumpleaño número 33?
Esto no estaba bien. Acababa de darse cuenta que mañana es su cumpleaños.
No es grato presentir estas cosas. Seguramente eran solo ideas, por el temor que han infundido las creencias que en el mundo entero circula, con respecto a cumplir 33 años, la edad de Cristo.
Se dice que si no te pasan cosas negativas, con atrasos y malos momentos, o bien de mueres, o bien logras pasar ese puente hacia los 34 y más.
¿Qué habrá de pasar con Francisco?
Se metió en el baño a darse un duchazo y esta vez sintió el agua más fría de lo normal. Estaba helada. No le quedó más opción que subir la cuchilla de la ducha eléctrica y entonces, temperar el agua, de tal manera que, se dio la oportunidad de sentir caer el agua caliente sobre su cuerpo.
 Se sintió relajado.
No siempre solía bañarse con agua caliente, prefería la fría, pues su cuerpo siempre ha gozado de un baño así; pero hoy, tuvo temor de quedarse siempre frío, frío como la muerte.
Un hijo suyo, en días anteriores, le había dicho: Papá no quiero que te mueras, te quiero mucho. Era el más pequeño de sus hijos, el que siempre le recibía con alegría, saltando hacia su cuello y abrazándole fuertemente.
No quiero que te mueras, ¿acaso su hijo también presentía esto? O lo decía porque había escuchado que algunos niños se quedan solos cuando sus padres mueren. Sea cual fuere el caso, Francisco, decidió no darle importancia, por lo que recordó un proverbio que dice: “Para el que anda triste, todos los días son malos; para el que anda feliz, todos los días son alegres” u otro que menciona: “Hay más felicidad en dar que en recibir”.
Entonces, dejando de pensar en lo negativo, decidió concentrarse en cosas buenas y comenzó a sentirse mejor, incluso hasta alegre. Decidió terminar el año y empezar otro siendo feliz y contribuyendo con la felicidad de las demás personas. Compartió el día de sus cumpleaños con toda su familia y se preparó para sembrar semillas del optimismo que enriquezcan su vida haciendo cosas positivas.
Así es que, no pasó nada terrible ese día, y su actitud cambió totalmente ante la vida, su familia y la sociedad; pues, con el privilegio de poder vivir un día más, un año más, y mucho más, es realmente una gran bendición.
Preguntémonos entonces: ¿De veras no hay ninguna solución a nuestros problemas? ¡Claro que las hay! No estamos en un callejón sin salida, probablemente sólo sea un obstáculo, pero podemos seguir.
Alguien decía que todo tiene solución, sólo la muerte, no la tiene.
Y como Francisco, quizás estemos en serios aprietos de incertidumbres y temores, pero que no signifique eso, que no vamos a terminar bien este año 2016 que se nos va.
Empecemos con pie derecho el 2017, que estoy seguro, será de muchas bendiciones para todos nosotros.
Y si creemos en Dios, él nos dice a través de Isaías: “No te inquietes, porque yo soy tu DIOS; yo te fortalezco y te ayudo, yo te sostengo con mi mano” y en paz ciertamente, nos acostaremos y nos levantaremos
No nos inquietemos por el año que viene, porque vivimos bien, haciendo bien las cosas. Jesús dijo: “Nunca se inquieten acerca del día siguiente, porque el día siguiente tendrá sus propias inquietudes, cada día tiene sus propias dificultades y virtudes”.
Feliz y próspero año a todos.


JOSE LUIS ARISTA TEJADA

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